Hola. Soy the Dregs of Art

O Dregs. O Lara.

¿Sabes? Ese es siempre mi primer error, la forma en que me presento. En mi cabeza aspiro a ser Dregs, con su imponente aunque melancólica presencia, de paso firme y mirada adusta, la Dómina que consigue que se haga el silencio cuando entra en cualquier sitio. Y así sería, quizá, si supiera callarme la puta boca, porque cuando me presento empiezo “Soy Dregs” —ahí, toda seria, ominosa—, pero acabo con un tímido “o Lara, lo que prefieras” acompañado de una nerviosa risita conciliadora. En resumen, soy una petarda, una wannabe, y por eso me atrevo a mostrarte un poco de mi arte y mis reflexiones acerca de él.

No tengo estudios formales en artes plásticas. Soy graduada en filosofía por una universidad que no nombraré a fin de no hacerles pasar por la humillación de admitir que permitieron que alguien de mis características se egresara. Pública, ¿eh? Que no tengo un puñetero duro para sobornar al personal, por eso, entre otras cosas, como por ejemplo no estudiar una mierda, se me quedó una media global de grado ridícula (aunque algún día me doctoraré, por mi santo papo). También he realizado un máster de narrativa en otra institución que tampoco nombraré por las mismas razones. Y luego empecé, pero no terminé, estudios sobre modelismo de indumentaria en otra. No terminé porque soy una vaga... quiero decir, una rebelde, no paso por el aro ni acepto las normas que impone el sistema educativo. Ni las de nada. Yo abro el zumo primero y lo agito después.

Nací en la degeneración del 95 en Madrid, España. Crecí durante los primeros dosmiles en Madrid, España. En la actualidad, más cerca de los treinta que de los veinte, me replanteo mi existencia y si vivir merece la pena en Madrid, España. Quiero largarme de Madrid, España.

A través de mi obra quiero explorar lo feo, lo desagradable, lo aterrador, lo opresivo… en definitiva, lo negativo. Y también aquello que no se puede encasillar fácilmente, como lo liminal. Creo que tenemos la fortuna de poder disfrutar de la belleza con más frecuencia de la que pensamos. Hay mucha belleza en el mundo, aunque a veces cueste verla, por eso no quiero analizarla desde mi obra. Considero que el arte brinda una oportunidad única de explorar el amplísimo abanico de lo incómodo desde un espacio controlado y con la facilidad de poder apartar la mirada cuando uno desee para alejarse de esa fuente de malestar. Leí hace poco por ahí en uno de los receptáculos contemporáneos de nuestra cultura (un meme, para los de la LOGSE) algo parecido a “estudio todos los horrores hechos por el hombre para que ya no estén más allá de mi comprensión”.

Mis influencias son variadas, aunque no sé hasta qué punto traslucen en mi obra. Por tanto, más que influencias, las llamaré fuentes de inspiración puesto que son sus creaciones las que me producen el deseo irrefrenable de hacer algo yo misma, aunque salga mal, y estas son Lucian Freud, Edward Hopper, Hajime Sorayama, Tetsuya Ishida y H.R. Giger entre muchas otras. Recientemente, las obras que se enmarcan en el movimiento Lowbrow son las que más me han impactado. Y en cuanto a arquitectura, soy una apasionada del Brutalismo.

En fin, no tengo mucho más que decir. Tan solo quiero agradecerte el que hayas decidido explorar tu masoquismo leyendo estas líneas y visitando mi galería. Te deseo que salgas de aquí con un vacío, pero no con las manos vacías (metafóricamente, aunque si quieres, también puede ser literalmente).

Atentamente,

The Dregs of Art.

Dregs.

Lara.

Bah. Llámame como quieras, encanto.

A título personal no me interesan solo aquellos hechos por la humanidad, pero vamos, creo que esa frase ilustra bien lo que me gustaría conseguir. Para ello, hago uso de unos serecillos con los que es difícil empatizar, las ginoides, que ya formaban parte de mi repertorio creativo desde 2017 aproximadamente pero que se convirtieron en el eje de mi producción desde 2021 tras una revelación venida de Arriba, es decir, una bronca del quince de mi señora madre una noche que me autocompadecía en exceso por no saber hacia donde llevar mi arte. Por ella las ginoides están aquí y son ahora lo que son (¿debo decirte, querido lector, “de nada” o “lo siento”?).